Fotografía: Alberto Sánchez (@eies17)
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Odio las despedidas.
Odio las despedidas
porque, de entre todo
lo que podría decir,
no digo nada.
Odio las despedidas
porque me bautizo
en videoclip,
con planos ralentizados,
sonrisa triste
y pulmones encharcados.
Y porque el presente se convierte
en pasado;
y el pasado, en recuerdo;
y el recuerdo ya es fragmento
de otra película.
Odio las despedidas.
Pero, qué suerte
tener
de quién
despedirme.