Fotografía: Alberto Sánchez (@eies17) |
Una bofetada de aire
con tu olor particular.
Una carcajada absurda
que me entretiene horas
y no me deja no pensar
en alguna anécdota perdida
que solo yo recuerdo.
La necesidad salvaje
de arrastrar mis labios
por cada imperfección de tu piel,
que me encanta,
que es tan vulnerable.
Entonces me despierto
bañada en sudor frío.
Mi despertador habitual.
Los sueños son los secretos
mejor guardados de uno mismo,
dicen.
Lo acepto:
muero de ganas de que llenes
cada recoveco de mi cuerpo.
Pero acto seguido me ruborizo
y me refugio en mi armazón triste.
Y desde ahí
observo cómo dejas entrar en tu vida
las migajas de otros
que podrían llegar a quererte
más que yo,
pero no mejor.
Porque, si algo me estimula
es poder
quererte
bien.
Y tú ¿qué sueñas?